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El proceso de regulación y ritmo en la respiración es muy importante en el proceso de fijar la atención y equilibrar las emociones.

Cada emoción nos genera un tipo de ritmo respiratorio. Un shock emotivo produce respiraciones cortas, incluso antes de que el corazón haya comenzado a acelerarse. Una emoción de admiración profunda, como el observar un paisaje imponente, vuelve a nuestra respiración lenta y profunda.

Ante una situación de angustia, la respiración se acelera.

Cuando nos encadenamos aun recuerdo, si somos observadores nos daremos cuenta que este recuerdo también nos produce un ritmo de respiración.

Respirar lenta y profundamente nos ayuda a calmar las agitaciones más desordenadas.

Si nuestro ritmo respiratorio es regular, esto nos permitirá mantener nuestra mente más atenta, incrementando nuestra capacidad para prestar atención.

Cuando estamos escuchando un ruido monótono, llega un momento en que ya no lo escuchamos y seguimos con nuestras labores habituales. Pero si ese ruido varía, entonces volvemos a escucharlo, lo cual distrae nuestra mente. Con la respiración es igual, el ruido y movimiento que produce el aire al entrar en nuestro cuerpo es percibido por nuestro interno y si ese ruido es constantemente alterado, esto hace que nuestra mente no pueda concentrarse. “Los pensamientos entran con la respiración”, este era un dicho de los antiguos maestros de india.

Cuando nuestra mente no está concentrada en lo que está realizando, tiende a buscar pensamientos de recuerdo o fantasías, las cuales según el tipo producirán diferentes emociones, por un momento de cólera, por otro de alegría, de nostalgia, de preocupación, etc, así van variando los pensamientos en nuestra mente, según sea lo que vallamos recordando a cada instante. Estas emociones crean un ritmo respiratorio desequilibrado.

Es importante saber que así como “los pensamientos afectan el ritmo respiratorio”, es también cierto que “el ritmo respiratorio afecta los pensamientos”.

Si nosotros cambiamos nuestro ritmo respiratorio, entonces comenzamos a cambiar nuestras emociones. Cuando estamos tristes y nuestra respiración es lenta y corta, debemos comenzar a respirar más rápido y profundo, entonces veremos como se afecta el proceso emocional. Existen diferentes ritmos respiratorios, para poder crear una costumbre y aprender ritmos adecuados se realizan las diferentes técnicas de respiración rítmica que se dictan en los talleres.

Para terminar resumiremos diciendo que la respiración rítmica mantiene el cerebro más nutrido por sangre más rica y más abundante, ayuda a disminuir las excitaciones fisiológicas (contracciones musculares, irregularidades respiratorias), y nos ayudan a influir sobre el curso de los pensamientos.